Querido pueblo de Leipzig, queridxs manifestantes,
Mientras tantos de nosotrxs nos hemos reunido hoy aquí para manifestarnos contra el patriarcado; las guerras y las crisis dominan nuestro mundo. Sí, sabemos que no vivimos en tiempos fáciles: Aquí, en Alemania, se están aprobando leyes de deportación racistas, todo es cada vez más caro y muchos ya no saben cómo llegar a fin de mes. Hoy, nuestra solidaridad está con Gaza, donde actualmente se está llevando a cabo un genocidio contra la población palestina ante los ojos del mundo entero. Nuestros pensamientos están con el pueblo del Congo, que también está siendo sometido a un genocidio. Y nuestros corazones están con los valientes luchadores que están defendiendo la revolución de las mujeres en Kurdistán contra la guerra de agresión del Estado turco. Las mujeres y las personas LGBTI+ están sufriendo especialmente estas guerras actuales. Las violaciones se utilizan sistemáticamente como arma de guerra, faltan masivamente productos higiénicos y la violencia misógina y contra las personas trans se agudiza especialmente cuando la gente huye. Pero también aquí, en Alemania, son muchas las que sufren la crisis: los bajos salarios, la dependencia financiera del marido y la violencia diaria contra nosotrxs ya forman parte de la vida cotidiana de muchas mujeres.
Ya lo oímos en el discurso anterior: el fascismo está entrando en Alemania y tiene cada vez más popularidad entre la sociedad y el gobierno. Esto nos provoca un miedo y un desamparo increíbles cuando miramos al futuro. ¿Qué significan los acontecimientos actuales para nosotrxs en el futuro? Ya se están aprobando leyes contra nosotrxs, empaquetadas como mejoras hipócritas. Leyes como la Ley de Autodeterminación, que obliga a contar, documentar y criminalizar a todas las personas trans que quieran cambiar su nombre en el pasaporte. O el bloqueo de leyes progresistas. Por ejemplo, Alemania se opuso recientemente a la propuesta de ley de la UE „solo sí es sí“.
Así, mientras el Estado etiqueta nuestra seguridad como algo sin importancia y secundario, nunca en 20 años habían sido asesinadas tantas mujeres y niñas como en 2022. 89.000 hermanas fueron brutalmente arrancadas de sus vidas durante este año en todo el mundo, por la única razón de ser mujeres. Zohra Mohammed fue una de ellas, asesinada en Berlín por su marido después de que las autoridades y el Estado le negaran protección. El Estado sabía del peligro que corría Zohra, que pedido protección y ayuda a las autoridades en varias ocasiones, ¡pero se mantuvo al margen mientras ella se convertía en víctima de feminicidio! ¡Fue cómplice el Estado! Un año después, en el Reino Unido, una joven trans de 16 años fue asesinada por sus compañeros de clase. Brianna Ghey había caminado orgullosa por la vida, inspirando a innumerables personas con su coraje, hasta que la violencia misógina y antitrans acabó brutalmente con su vida y nos robó a otra hermana.
Todxs los que hoy nos hemos reunido tenemos diferentes realidades de vida y también diferentes razones personales por las que estamos aquí, y por las que salimos a la calle el 8 de marzo. El patriarcado, que nos ha oprimido durante siglos, manteniéndonos
sometidas e infligiendo violencia. El capitalismo, que nos explota continuamente como trabajadorxs y libra guerras en todo el mundo. Todxs luchamos contra el mismo sistema. A menudo nos sentimos solxs en nuestras luchas. A menudo miramos a los demás con recelo. Pero tenemos mucho en común, preguntémonos: ¿Por qué estoy hoy aquí?, ¿Por qué lucho?
Muchxs responderán: que se acabe la violencia contra nosotrxs. Yo lucho por la liberación de todos los géneros, para que un día todxs podamos mirar al futuro con esperanza y confianza y vivir libremente nuestra identidad y sexualidad. O quizá algunxs respondan: no queremos una vida en la que nuestra perspectiva sea una semana de 40 horas mal pagadas y encima tareas domésticas no remuneradas, ¡no!, queremos una vida libre y segura sin tener que vivir con miedo y preocupación constantes. Por eso estamos hoy aquí de pie. Son cosas que nos unen. Lo que también nos une es la esperanza. Hoy hemos venido aquí porque tenemos esperanza en un mundo mejor. Porque sabemos que podemos marcar la diferencia. Porque sabemos que juntxs somos más fuertes que los opresores. Porque queremos luchar juntxs por una vida libre para todxs. Cuando nos organizamos y unimos nuestras luchas, juntxs conseguimos una fuerza inquebrantable. El sistema pesa sobre nuestros hombros cada día. Hoy y todos los días lo sacudiremos. ¡Desafiemos la violencia cotidiana y luchemos juntxs por nuestra liberación!